Artículos de Investigación
Hacernos más fuertes: agentes y prácticas de cuidado en el fortalecimiento comunitario en Granada, Antioquia
Becoming stronger: agents and practices of care in community strengthening in Granada, Antioquia
Hacernos más fuertes: agentes y prácticas de cuidado en el fortalecimiento comunitario en Granada, Antioquia
Revista Virtual Universidad Católica del Norte, núm. 76, pp. 149-181, 2025
Fundación Universitaria Católica del Norte
Recepción: 23 Diciembre 2024
Aprobación: 08 Agosto 2025
Resumen: Las memorias colectivas del conflicto en Granada registraron hechos y vivencias de lo ocurrido; la escasez de estrategias psicosociales, sobre todo en veredas apartadas, limitó su impacto en el retejido y cuidado comunitario. En esta investigación aplicada se constituimos un equipo base para acompañar el fortalecimiento de tejidos territoriales –entendidos como conexiones afectivas, simbólicas y sociales – para conocer y divulgar experiencias del cuidado en el intercambio de memorias sobre territorio y bienestar comunitario. Metodológicamente fue colaborativa, interdisciplinaria e interinstitucional, con fundamentos epistemológicos y técnicos de la investigación acción participación y la interculturalidad. Observamos que los encuentros comunitarios promovieron intercambios intergeneracionales de saberes y de memorias, fortaleciendo narrativas colectivas sobre cuidado, arraigo y sentido de comunidad. Mostraron que el fortalecimiento comunitario se fundamentó en una ética del cuidado sustentada en valores como solidaridad, cooperativismo y responsabilidad. Concluimos que el cuidado se expresó en tres dimensiones: el cuidado del territorio con prácticas agroecológicas; el cuidado entre todos: de las relaciones vecinales y comunitarias en espacios de encuentro que promovieron respeto, empatía y autonomía; y el cuidado de sí mismo al permitirse hablar, compartir y escuchar. Todas claves para un buen vivir comunitario y hacerse más fuertes entre todos.
Palabras clave: Acción comunitaria, Cuidado, Investigación interdisciplinaria, Participación comunitaria, Territorio.
Abstract: The collective memories of the conflict in Granada recorded events and experiences of what happened; the lack of psychosocial strategies, especially in remote villages, limited their impact on community rebuilding and care. In this applied research, a core team was formed to support the strengthening of territorial networks—understood as emotional, symbolic, and social connections—to learn about and disseminate care experiences in the exchange of memories about territory and community well-being. Methodologically, it was collaborative, interdisciplinary, and interinstitutional, with epistemological and technical foundations in participatory action research and interculturality. It was observed that community meetings promoted intergenerational exchanges of knowledge and memories, strengthening collective narratives about care, rootedness, and a sense of community. They showed that community strengthening was based on an ethic of care grounded in values such as solidarity, cooperation, and responsibility. It was concluded that care was expressed in three dimensions: care for the territory through agroecological practices; care among all: for neighborhood and community relationships in meeting spaces that promoted respect, empathy, and autonomy; and care for oneself by allowing oneself to speak, share, and listen. All of these are key to good community living and becoming stronger together.
Keywords: Community strengthening, Care, Interdisciplinary research, Community participation, Territory.
Introducción
En el municipio de Granada, Antioquia-Colombia, las memorias colectivas del conflicto armado han constituido un registro de hechos y experiencias vividas durante el periodo de su recrudecimiento (Cataño Pulgarín et al., 2023; Centro Nacional de Memoria Histórica, 2016) como un recurso vivo con el que han articulado las acciones de bienestar comunitario, el arraigo territorial y la solidaridad comunitaria. Sin embargo, los resultados de interacciones con la comunidad, realizadas por dos de las autoras (Cataño Pulgarín et al., 2023; Jiménez Ortiz et al., 2023), nos permitieron reconocer que la transmisión de estas memorias enfrenta diversos desafíos, entre ellos, la escasez de estrategias intergeneracionales que integren activamente el saber de aquellos cuyas voces y recuerdos configuran lo que les pasó, con las expectativas, conocimientos y necesidades de jóvenes e infancias.
Así mismo, la dificultad de contar con estrategias adecuadas para el acompañamiento psicosocial, particularmente en las veredas más alejadas del casco urbano, han limitado el impacto de las memorias colectivas como un potenciador del re-tejido comunitario y territorial con efectos de sanación comunitaria. En esa vía, nos encontramos limitaciones para posibilitar espacios de conversa que incidan en las tensiones derivadas del momento del conflicto armado que, aún, perviven entre los habitantes, agudizados por los cambios sociales, las nuevas formas de cohabitar el territorio y las desigualdades estructurales en el acceso a recursos y oportunidades.
La pertinencia de este ejercicio se ubica en los años de interlocución con organizaciones y actores locales, que permitieron reconocer la oportunidad de realizar una investigación aplicada y colaborativa[1] para movilizar acciones en el conocimiento, recuperación e intercambio de las memorias y saberes colectivos que los habitantes del municipio han realizado en favor del bienestar comunitario y las diversas formas del cuidado, a saber: del territorio, entre ellos mismos y de cada uno.
Estos procesos se han gestado en los espacios de Encuentros de Saber que las organizaciones comunitarias Tejipaz y Asovida han cocreado para promover el arraigo y defensa territorial, coincidiendo con lo que autores como Lansing et al. (2023) y Merçon, (2022) anuncian como la confianza cultivada.
En coherencia con lo descrito, identificamos la necesidad de ampliar el alcance de las acciones y los saberes construidos hacia un mayor número de veredas. Para ello, propusimos hacer uso de los recursos locales, encontrando en la radio comunitaria un dispositivo clave de cobertura; reconocida, también, como herramienta efectiva para divulgar los contenidos co-construidos en el proceso investigativo. Desde ese lugar, la investigación se pregunta: ¿cómose han hecho fuertes los tejidos territoriales entre los habitantes del municipio de Granada, Antioquia? Dentro del ejercicio apareció como asuntos emergentes los agentes del cuidado y las prácticas que ejercen, entendidas como estrategias para el fortalecimiento comunitario, reconocido como un proceso en devenir.
El fortalecimiento comunitario: un eje potenciador de acciones y saberes para el bienestar comunitario
El fortalecimiento comunitario, como proceso en devenir, lo abordamos desde tres perspectivas de pensamiento: la psicología comunitaria latinoamericana, los procesos participativos y la ética del cuidado.
En la psicología social comunitaria (PSC) latinoamericana, el fortalecimiento comunitario ha sido entendido como el proceso colectivo de hacerse fuerte entre todos, donde se construyen condiciones necesarias para que la vida se considere “buena” (Montero, 2003). Como proceso implica transformar el entorno, enfrentando condiciones de opresión, dependencia, explotación, exclusión y alienación, al tiempo que se fomenta una conciencia crítica sobre el lugar que las personas y comunidades ocupan en el mundo.
Desde esta perspectiva, el fortalecimiento comunitario lo concebimos como un conjunto de acciones y prácticas que surgen de procesos colectivos, donde se comparten luchas, trayectorias, recursos e intereses. Destacamos que, como proceso eminentemente comunitario, no siempre depende del acompañamiento de agentes externos, como profesionales, instituciones públicas u organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, estos agentes pueden contribuir significativamente cuando trabajan en colaboración activa y respetuosa con la comunidad (Raphael & Matsuoka, 2023).
Zambrano Constanzo et al. (2021) denominan a esto último “interconexión” y lo describen como un horizonte para la construcción de procesos situados tanto histórica como territorialmente, siendo particularmente apropiado con las comunidades que han sido víctimas de guerras o conflictos armados. En este marco, acompañar procesos de fortalecimiento comunitario se enriquece mediante la integración de conocimientos interdisciplinarios, interinstitucionales y comunitarios.
En consecuencia, el fortalecimiento comunitario es un proceso multidimensional donde la transformación social, según Zhu et al. (2022) deviene de la fuerza colectiva materializada en el compartir opiniones, experiencias y sueños para producir resultados benéficos para todos. Idea que coincide con Rozas Ossandón (2018) al afirmar que la psicología comunitaria destaca la dimensión subjetiva, relacional y situada que subyace a esta forma particular de organización para lograr esas metas que se hacen comunes. En esa vía, Zambrano et al. (2021) destacan que el fortalecimiento comunitario surge de dinámicas psicosociales y alianzas estratégicas que promueven la cohesión y desarrollo social, mientras que Thorne (2022) enfatiza en la importancia de integrar puntos de vistas diversos y las narrativas de las memorias colectivas para lograr una paz duradera y significativa.
Fernández y Serra (2020) complementan esos análisis al argüir que las políticas públicas que, efectivamente, sostienen las iniciativas comunitarias son claves para la salud mental y la autonomía, lo que coincide con planteamientos de Spezia et al. (2024), Clark et al. (2024) y Cicognani et al. (2019), para quienes la capacidad comunitaria y el sentido de comunidad son centrales en la promoción de la salud. De ese modo, refuerzan la importancia de las acciones colectivas para el bienestar social.
Algunos estudios reconocen que en el acompañamiento de acciones de fortalecimiento comunitario son centrales las metodologías participativas que logran hacer conversación con los saberes locales. Bozzano et al. (2020) promueven la investigación – acción como camino para fomentar sentido de pertenencia y fortalecimiento colectivo, mientras que Díaz Sánchez (2022) y León y Strickland (2024) abogan por la construir epistemes interculturales con las cuales fortalecer el tejido comunitario que se puedan situar en contextos específicos, como la educación.
De otro lado, se reconocen algunas investigaciones que integraron estrategias culturales y creativas para favorecer el fortalecimiento comunitario. Coba et al. (2023) usaron el cine como medio para dinamizar diálogos intergeneracionales y darle fuerza al tejido social, mientras que Osborne et al. (2021) y Kearns y Whitley (2020) afirman la posibilidad de cambio social en comunidades desfavorecidas desde el trabajo en los vecindarios para mejorar la calidad de vida, a través de articular salud mental, participación activa y cohesión social.
En consecuencia, el fortalecimiento comunitario se sitúa como un proceso dinámico y contextual que requiere la acción colectiva de quienes en él participan. Así, tanto investigaciones como intervenciones se esfuerzan sea por el empoderamiento de recursos individuales o colectivos (Ramírez Sarmiento, 2021), o por la creación de alianzas desde investigaciones participativas para sostener las capacidades instaladas (Essomba et al., 2023) y, en algunos casos, los grupos como escenarios para el autoapoyo (Restrepo Pineda et al., 2024). En ese camino, fue posible encontrar que el fortalecimiento es un devenir comunitario que favorece procesos de transformación local.
En concordancia con la última línea, en el proceso de análisis identificamos un elemento clave para el fortalecimiento comunitario que había pasado desapercibido en las revisiones hechas: el papel de los valores campesinos, cooperativos y solidarios como sustento de las acciones que potencian el fortalecimiento comunitario. Estos valores, compartidos por la comunidad, han dado lugar a una ética del cuidado que contribuye en el remendar el tejido social mediante las acciones y saberes de agentes comunitarios.
Con lo anterior, sostenemos que la ética del cuidado constituye una dimensión subjetiva y moral. Para esta afirmación, partimos de comprender que los desarrollos conceptuales sobre esta ética son relativamente recientes[2]. Estos han posibilitado cuestionar los marcos morales tradicionales que se han usado para juzgar a la mujer como sujeto moral y descalificar sus juicios por estar asociados con lo afectivo y lo relacional.
Frente a ello, y reivindicando valores situados en la experiencia cotidiana, filósofas como Carol Gilligan y Joan Tronto (García García et al., 2021; Pineda, 2024; Tronto, 1987) han contribuido a construir una perspectiva ética que ubica el cuidado como eje de la subjetividad moral y una tarea ética, social y política fundamental para sostener la vida en condiciones de interdependencia, lo cual es clave para comprender la vida comunitaria.
Si bien Carol Gilligan situó la crítica frente al modelo conceptual del sujeto moral propuesto por Lawrence Kohlberg y ubicó la ética del cuidado como perspectiva moral legítima, son los análisis de Joan Tronto (1987) y Pineda (2024) los que amplían esta mirada. Su propuesta posibilita entender el cuidado como un enfoque de vida – personal y social – y como un horizonte ético y político desde el cual se tejen y sostienen, a través de los cuidados, las relaciones de interdependencia en sujetos históricamente marginalizados o excluidos.
Desde estas posiciones sostenemos que, en los valores, las prácticas y los agentes comunitarios del municipio de Granada, Antioquia, se expresa una ética de cuidado que funge como clave para repensar las formas de comprender el fortalecimiento comunitario, en relación con el compromiso por el cuidado y la defensa con el territorio. Sus habitantes han aprendido a cuidarse mutuamente, gestando cambios en sus maneras de relacionarse entre ellos y con ellos mismos.
Metodología
Nuestra investigación fue colaborativa (Duarte & Berrio, 2011, como se cita en Ortiz Ocaña & Arias López, 2019), cualitativa y aplicada con un diseño flexible (Maxwell, 2013, como se cita en Vasilachis de Gialdino, 2019). A lo largo del proceso, permanentemente se revisaron los propósitos, alcances y dificultades para hacer los ajustes necesarios (Asprilla Pinilla et al., 2024; Jiménez Ortiz et al., 2023). Optamos por la interdisciplinariedad –un diálogo entre profesionales de psicología, trabajo social y comunicación social – y la interinstitucionalidad que implicó la colaboración entre la Corporación Universitaria Minuto de Dios -Uniminuto- y las organizaciones comunitarias aliadas Asovida, Teiipaz y Granada Stereo.
Estas alianzas permitieron abordar el problema estructurado desde procesos anteriores (Cataño Pulgarín et al., 2023; Jiménez Ortiz et al., 2023) y sustentado en el paradigma sociocrítico. Por tanto, asumimos el conocimiento como un producto socialmente elaborado mediante prácticas colectivas (Balasch Domínguez & Montenegro Martínez, 2007), que recuperan los saberes propios y reconocen el lugar de agencia desde el territorio. En esa lógica, lo validamos con la comunidad.
En términos de flexibilidad que no riñe con la validez (Vasilachis de Gialdino, 2019), para el diseño de la propuesta tomamos algunos referentes epistémicos y técnicos de la investigación acción participación (Calderón & López Cardona, s.f.) para sustentar cómo el proceso colaborativo y aplicado con la comunidad lo realizamos a partir de la triada formación – investigación -transformación, aclarando que no se trató de una IAP.
Estrategia de producción de datos
Para alcanzar los objetivos establecidos y mantener la coherencia con el método planteado, lo primero que hicimos fue conformar un equipo base que facilitará la multiplicación de las acciones diseñadas y la revisión de las estrategias implementadas. Lo segundo, fue un acercamiento al conocimiento de las experiencias comunitarias relacionadas con el territorio, el cuidado y el bienestar. Finalmente, nos aseguramos de que estas experiencias se pudieran recopilar y divulgar en contenidos radiales, como se muestra en la Tabla 1. En esa medida, fue posible gestar un proceso participativo tomando algunos referentes epistémicos y técnicos de la investigación acción participación (Velásquez et al., 2021) estructurado en tres momentos: formación, investigación y transformación.
En la formación realizamos un curso abierto en cuidado y bienestar comunitario sustentado en los ejes temáticos de los objetivos – memorias, sentidos de vida comunitario, dispositivos sonoros y cuidado, y bienestar comunitario – lo que permitió conformar el equipo base, integrado por líderes comunitarios que colideraron los dos momentos siguientes.
En la investigación/acción, aplicamos los conocimientos desarrollados en el curso, mediante dos procesos paralelos. Primero, el equipo base diseñó Encuentros de Saber (De Carvalho & Flórez Flórez, 2014) para fortalecer procesos en las cuencas del municipio e incidir en su territorio; el equipo de investigación realizó observación por medio de la participación (Hermitte, 2018) para recopilar los saberes emergentes. Segundo, parte de los conocimientos intercambiados se grabaron y fueron revisados, analizados y discutidos con el equipo base, fundamentando la acción-transformación, cuyo resultado fueron 14 microprogramas radiales[3] sobre las experiencias comunitarias en acciones colectivas para el cuidado del territorio, entre todos y de sí mismo.
Momento | Técnica | Instrumento |
Formativo | Revisión documental Curso abierto | Ficheros Guías y cartilla pedagógicas |
Investigación - acción | 5 Encuentros de Saber Observación por medio de la participación | Planeación Diarios de campo |
Acción-Transformación | Producción de contenidos sonoros | Escaleta microprograma radial |
Participantes
90 habitantes del casco urbano, las veredas y corregimiento del municipio. Las organizaciones aliadas y coinvestigadoras asumieron el lugar de convocatoria, teniendo presente la intencionalidad de cada momento. En ese sentido, es posible decir que se trató de una muestra intencionada (Flick, 2015) que contó con diversidad en edad, género y filiación comunitaria, como se presenta en la Tabla 2.
Momento | Muestra |
Formativo | 20 jóvenes y adultos líderes: Equipo Base |
Investigación - acción | 70 personas (jóvenes y adultos) habitantes de veredas y corregimientos del municipio de Granada – Antioquia. |
Acción-Transformación | Equipo Base |
Análisis de los datos
El análisis de la información lo realizamos acogiendo los planteamientos de la Teoría Fundada (Strauss & Corbin, 2002). Fueron registradas las observaciones, interpretaciones y fragmentos en diarios de campo; realizamos lecturas y relecturas para depurar la información y clasificarla a través segmentación, codificación y clasificación categorial abierta y axial. Finalmente, construimos matrices y mapeos relacionales emergentes que aportaron elementos para responder la pregunta y los objetivos.
Consideraciones éticas
Contamos con la aprobación del Comité Regional de Ética de la Investigación (CREI) de Uniminuto. Nuestro diseño metodológico se sustentó en el principio de coparticipación con los agentes involucrados, manifiesto en acciones como: contar con integrantes de las organizaciones aliadas como coinvestigadoras y conformar un equipo base con líderes comunitarios. Seguimos los planteamientos de Galeano (2012) para la construcción del consentimiento informado, con el principio de confidencialidad y el retorno social de la información. Materializado en: 1) Validación de hallazgos y 2) Eventos de cierre con la comunidad y de socialización de resultados.
Concerniente con los riesgos, y ante la posibilidad de una revictimización o victimización secundaria, estos se comunicaron en los espacios compartidos y en el consentimiento informado. Además, el equipo de investigación se formó en primeros auxilios psicológicos.
Resultados y discusión
En la investigación encontramos que el fortalecimiento comunitario entre habitantes del municipio de Granada ha sido un devenir; es decir, algo que ha llegado a convertirse en lo que es y que ha sucedido en la búsqueda por ese estar-bien entre todos, por recuperar la confianza y la solidaridad mediante las narrativas de esa experiencia de lo que pasó (Larrosa, 2009, como se cita en Olmos Roa et al., 2020) en el marco del conflicto armado.
Lo que organizaciones sociales comunitarias y actores locales del territorio han realizado para lograr[4] ese “estar bien entre todos”, lo identificamos en espacios como los Encuentros de Saber, donde el intercambio de conocimientos sobre siembra, agroecología y comercialización promueve el cuidado del territorio y aporta valor agregado a los productos, favoreciendo su economía local. Además, estas organizaciones han impulsado ejercicios de memoria colectiva e histórica, configurados en actos cotidianos que entrelazan experiencias personales, consolidando la identidad comunitaria y fortaleciendo los lazos sociales.
Por lo nombrado, y para desglosar los aspectos centrales encontrados, hemos organizado los resultados (Figura 1) en tres grandes apartados, en relación con las reflexiones que surgieron de los análisis: quiénes fortalecen el tejido (agentes), cómo lo hacen (prácticas) y las prácticas como una ética del cuidado (del territorio, entre todos y de sí mismo), que han devenido como proceso de fortalecimiento comunitario.
Los agentes del fortalecimiento comunitario
El fortalecimiento como un devenir es producto de un alguien. En este caso el agente es un sujeto condicionado por factores externos de la realidad social que recupera la posibilidad de proponer y gestar cambios mediante la capacidad de agencia o posicionamientos. Arendt (2012) plantea la idea en la que los humanos logran insertarse en esa realidad social, mediante la acción y la construcción de consensos y acuerdos, reconocen sus saberes y se posicionan en el mundo, asumiendo posturas que implican actuar, tomar iniciativa y movilizar.
Desde esta perspectiva, hablar de fortalecimiento comunitario en experiencias que surgen en escenarios de persistencia del conflicto armado, van mostrando que las comunidades rurales que promueven mejores condiciones de vida y de transformación territorial se constituyen en agentes tejedores que, a través de sus acciones, construyen la trama territorial, metaforizando el territorio como tejido, los agentes como tejedores y la comunidad como producto.
Los agentes comunitarios (Figura 2) son personas que históricamente han habitado el territorio, han vivenciado los hitos que marcan la historia local, y también han acompañado la promoción de procesos sociales para la rehabilitación y restauración[5] de condiciones de vida, posterior a los momentos de guerra que tuvieron lugar en la primera parte de la década del dos mil y que aún es latente.
Ello suscita el sentido de revitalizar los valores del campesinado como modo de vida (Saade Granados, 2020), en tanto sentido de lo comunitario, de lo colectivo, de la solidaridad, del cuidado mutuo y del restablecimiento de sus prácticas cotidianas previas a la guerra, pero también el avivamiento de estas y otras nuevas, como medio para defender el derecho al territorio (Sosa, 2012) en disputa, a sus vidas en él, a su relación con la tierra y con la comunalidad.
En el ejercicio de campo nos fue posible visibilizar a los agentes del fortalecimiento en los integrantes de las juntas de acción comunal, de grupos ambientales, de mujeres, asociativos, de tercera edad, clubes juveniles para el deporte, el arte y la recreación, asociaciones de padres de familia y asociaciones de víctimas, que desde sus repertorios van consolidando lo que más adelante desarrollamos como las prácticas fortalecedoras del tejido comunitario.
Bien es cierto que estas agencias comunitarias son promovidas por grupos u organizaciones formalmente constituidas o de facto que, a la vez, se van interrelacionando con otras organizaciones de base o de segundo y tercer nivel para materializar sus estrategias situadas.
Ruiz (2014) plantea que el conflicto armado se valió de la falta de organización y acción ciudadana en los territorios como condición que favoreció el desmembramiento del tejido social a través de la violencia y el miedo; asunto que es contundente frente al estado histórico de cosas. También es cierto que las comunidades a través de sus complejos entramados de aglutinamiento vienen haciéndose el lugar político (Cataño-Pulgarín et al., 2024), que sirve de contención ante las presencias y acciones de otros actores con intereses en dichos escenarios.
Lo que se pudo observar es que estas acciones van tomando la forma política, como una posibilidad para el encuentro, la recreación, la práctica deportiva, la deliberación y toma de decisiones, el mejoramiento de bienes comunes (Ostrom, 2000), la constitución de grupos de interés como los proyectos productivos, los grupos de mujeres, de jóvenes, de tercera edad, pero que, en suma, generan condiciones que posibilitan el intercambio de intereses, ideas, recursos, la permanencia en el tiempo y la legitimación de sus acciones.
Prácticas de fortalecimiento
Las prácticas de fortalecimiento comunitario se basan en la participación activa, la colaboración, el desarrollo de habilidades, la identificación de recursos locales y el fortalecimiento de redes de apoyo dentro de la comunidad como ejes para movilizar la autogestión y recuperar el control sobre las circunstancias de vida (Montero, 2003).
Desde ese lugar, lo que la comunidad hace para cuidarse y acompañarse son acciones de resistencia (Hurtado & Porto-Gonçalves, 2022) a las consecuencias de esas lógicas guerreristas que dejan desconfianza, temor y afectación al lazo social e individual. Así, tras años de diferentes conflictos y un mundo impregnado por tecnovalores (Ghiso,2013), como la competitividad y la capitalización de la vida, se identifica que en Granada las personas, sus prácticas y sus valores pugnan por el rescate y el retorno del encuentro entre todos como estrategia para recuperarse y remendarse.
El fortalecimiento comunitario leído en el territorio como un tejido, ha sido un devenir que circula y se sostiene entre los agentes a través de sus acciones, apuestas, relaciones y compromisos, identificados en tres grandes procesos: la participación comunitaria, la construcción de redes y alianzas y el fortalecimiento de sus capacidades.
La participación comunitaria, se reconoce como las acciones que desarrollan agentes de la comunidad en función de las metas que se hacen común a razón de las necesidades sentidas y acorde con estrategias colectivamente definidas (Montero, 2003, 2004; Torres Carrillo, 2017).
La construcción de redes y alianzas, son prácticas de fortalecimiento en tanto favorecen la creación de conexiones y colaboraciones en comunidad y con actores externos no gubernamentales, instituciones educativas o entidades gubernamentales. En Granada, identificamos que se han gestado desde las formas en que se organizan: unas propias y otras apropiadas. Las primeras, surgen desde sus experiencias, apuestas, autogestión y encuentros, vistos en los convites, las ollas comunitarias, los torneos de fútbol. En estas, la comida convoca y media la juntanza para que se den las acciones como la creación y afianzamiento de procesos sociales.
De su lado, las segundas – las apropiadas – son producto de la relación y alianza con agentes externos y se ven en la creación de juntas de acción comunal –JAC-, la articulación con la academia mediante procesos de investigación o intervención y con el sector privado como empresas, sobre todo las hidroeléctricas que tensionan las relaciones en el territorio y desde las que se han movilizado resistencia y fortalecimiento comunitarios.
Finalmente, el fortalecimiento de las capacidades tiene que ver con la potenciación de los recursos comunitarios para generar autogestión, autonomía y control en sus circunstancias de vida; en otras palabras, hablamos de recursos que permiten la toma de decisiones priorizando los objetivos comunitarios frente a los intereses externos. En este contexto, el intercambio de productos a través de la economía circular emerge como resistencia a las practicas económicas tradicionales de consumo. Muchos de estos productos son de prácticas agroecológicas que cuidan del territorio y a las personas fortaleciendo el tejido territorial
Además, encontramos que las prácticas agroecológicas promovidas por las organizaciones sociales han dado lugar a emprendimientos liderados mayoritariamente por mujeres; esto subraya su papel en la reconfiguración de su imagen, su lugar en la familia y en la comunidad. Iniciativas que, en todo caso, contribuyen al bienestar colectivo y llevan a reflexionar sobre el papel de las organizaciones sociales en la construcción de estrategias para fortalecer el tejido social y configurar escenarios de paz, así como el papel de la mujer en la construcción de comunidades sostenibles. Reflexiones de este estilo conversan con los trabajos de Giraldo Luque et al. (2022) y Soriano Ruiz (2024).
Materialización de las prácticas de fortalecimiento
Hasta este punto, las prácticas de fortalecimiento dan cuenta de los modos como se han tejido relaciones para la resistencia, el acompañamiento, el hacerse más fuertes, lo que podríamos categorizar como una ética del cuidado.
La perspectiva de la ética del cuidado (Durán Palacio, 2015; Foucault, 2001; Garcés Giraldo & Giraldo Zuluaga, 2013; Saleg, 2014) enfatiza en las acciones y prácticas de relacionamiento consigo mismo, con el otro y lo otro, que apuntan a las formas como vivimos para hacernos a una buena vida. Foucault (2001) refiere que hay saberes, valores y acciones en los que la inquietud de sí propicia para cuidarnos a través del cultivo de relaciones sostenidas en la interdependencia, la solidaridad, el respeto y el conocimiento.
En esa perspectiva, encontramos lugares de convergencia entre la ética del cuidado y el fortalecimiento comunitario, tanto por el énfasis en la interdependencia, la solidaridad, la autogestión y la responsabilidad ética en la búsqueda del bienestar individual y colectivo, como por posibilitar caminos en los que se reconoce las acciones que han realizado organizaciones sociales de base y los agentes para fortalecer los tejidos territoriales en el municipio. Estas se materializan, se concretan, se visibilizan en tres vías: 1) cuidado del territorio, 2) cuidado entre nosotros y 3) cuidado de sí.
Cuidado del territorio
Comprendemos el territorio como producto que da sentido a un espacio físico determinado (Echeverría & Rincón, 2000), mediante procesos personales de apropiación del lugar, desde su uso en tanto contenedor de bienes y servicios, y como escenario de interacción y materialización de vínculos sociales, políticos y culturales que van configurando las identidades; se concreta y problematiza como tal, cuando en ese mismo espacio apropiado se ejercen estrategias de poder desde la convergencia simultánea de otros actores (Agnew & Oslender, 2010) que también lo vivencia en sus intereses y experiencias particulares.
Haesbaert (2011) propone, además de las perspectivas materialistas en la que el territorio es una realidad efectivamente existente y de la naturalista en la que se le confiere la “apropiación simbólica”, una perspectiva integradora en la que convergen los análisis desde lo natural, lo político, lo económico y lo cultural, permitiendo una visión articulada que facilita la lectura y comprensión de las dinámicas sociales.
Situando la anterior discusión en el contexto concreto del caso abordado, puede entenderse la necesaria confluencia de territorio como materialidad apropiada y la comunidad como los agentes que tejen los componentes del territorio y lo sostienen. Así, el territorio se concreta cuando hay agentes que lo movilizan, lo defienden y lo aprovechan, desde prácticas cotidianas que les permite establecerse como otros actores en su disputa. La comunidad entonces como la tejedora de escenarios que favorecen el fortalecimiento, producto de procesos históricamente situados.
En Granada, es interesante reconocer que las formas de cuidado de su territorio van tomando matices especialmente desde lo simbólico expresivo que termina siendo la dimensión relacional propuesta desde la ética del cuidado, materializadas en las dimensiones social, política y cultural. Dentro de ello siempre aparece el valor de la juntanza y de la acción colectiva como escenario que permite la unión para hacerse más fuertes y visibles, quizá sin una intencionalidad anunciada explícitamente en la defensa del territorio, pero sí desde la idea de reunirse, distraerse, mejorar sus lugares comunes y revisar los proyectos de actores externos. Como se estuvo planteando en párrafos anteriores, la acción colectiva se presenta como forma de hacer contra peso (Torres Carrillo, 2009) y presencia comunitaria; entonces, el fortalecimiento termina siendo un ejercicio de poder (Montero, 2003) de los agentes tejedores de territorio.
Así, las prácticas de fortalecimiento comunitario mediante el cuidado del territorio se convierten en escenarios de implicación política y contemplativa de lo ambiental y en disputa, ya que para ellos lo ambiental no es un recurso, sino su medio de vida.
Algunas de las acciones reivindicativas del cuidado de lo otro, se observaron en los convites para construir o arreglar los caminos y/o los centros educativos rurales, también para para reforestar áreas degradadas, para plantarse en zonas de proyección de obras de infraestructura hidroeléctrica o para la gestión y administración de sus bienes comunes. Estos convites van teniendo intereses de integración y recreación a través de encuentros recreo-deportivos, las ollas comunitarias, los juegos tradicionales.
De igual modo, en la recuperación de los saberes y alimentos ancestrales, a través de ejercicios de memoria desde encuentros de saberes y la enseñanza de prácticas agroecológicas que no dañen los componentes físicos del suelo y no generen afectaciones en la salud humana, además como formas de rescatar los saberes campesinos en su relación interdependiente con la tierra en cuanto al alimento, la siembra, la cosecha y demás oficios campesinos.
En esa misma vía, la escuela rural y procesos conexos a esta, fueron escenarios de educación ambiental, social y política que vincularon a la comunidad en acciones de cuidado de lo otro, fortaleciendo la recuperación de saberes campesinos, a través de educación ambiental al fomentar prácticas agroecológicas: reutilizar residuos sólidos, siembra de huertas de plantas medicinales dadas en el territorio, compartir saberes frente a su uso y utilidad, recorridos territoriales, y promoción de valores y prácticas respetuosas con la tierra.
Finalmente, en coherencia con estas acciones, la organización social de base, bien sea formalmente constituida o por acción de hecho a través de las juntas de acción comunal, las asociaciones de padres de familia, las asociaciones de productores, los grupos de mujeres ahorradoras o para la equidad de género, es bien importante la acción que van ejerciendo aquellos tejedores/ras de comunidad desde el rol de líderes sociales que se encargan de convocar, aglutinar, motivar, gestionar, movilizar, proponer, incidir.
Como lo mencionamos en el aparte de las prácticas de fortalecimiento, acá se desplegaron en mayor detalle descriptivo aquellas propias que serían los convites, la recuperación de saberes ancestrales y la educación ambiental, y las apropiadas que se dan en la formalización de la organización social.
Estas acciones de cuidado del territorio desde su dimensión social y cultural, que trasciende a acto político, traen consigo, incluso, la recuperación y la reivindicación del ser campesino como modo de vida, como clase social y grupo social, renovando sus identidades y por tanto sus formas de habitar. Cuando ello ocurre, se reconstruye el tejido social y se recuperan los valores de solidaridad y vecindad que se fragmentaron como primer acto de las acciones violentas de actores externos, la organización, el cuidado del territorio y la reivindicación del ser campesino/a es una forma de ejercer control sobre sus territorios, sobre sus vidas; es decir, se consolida una ciudadanía territorial.
La Figura 3 intenta sintetizar algunas de las reflexiones construidas desde la conversación y caminar compartido con los interlocutores. Reconociendo este como un proceso constante de acciones de defensa, protección y conservación de los espacios que habitan en tanto los validan. Así, se trata de relacionamiento ético (valores de respeto y solidaridad), estético (sentir lo bello y sublime de la relación con la tierra, lo ancestral y, por eso, como parte de y no dueños de) y político (dignificante, en protección y defensa).
Cuidado entre nosotros
El cuidado del otro, siguiendo revisiones de Garcés Giraldo y Giraldo Zuluaga (2013) sobre el cuidado de sí en Michel Foucault, propone una perspectiva é
El cuidado del otro, siguiendo revisiones de Garcés Giraldo y Giraldo Zuluaga (2013) sobre el cuidado de sí en Michel Foucault, propone una perspectiva ética que trasciende la preocupación individual por el propio bienestar y se orienta hacia un principio de corresponsabilidad. Esta ética incluye factores emocionales, sociales y morales, sostenidos en valores como la empatía, la compasión y la solidaridad que actúan como ejes articuladores de acciones en pro del bienestar colectivo. Estos valores están en consonancia con los planteamientos de Joan Tronto (1987), en la medida que permiten pensar el cuidado desde una dimensión ontológica y relacional, que apela a la receptividad y lo afectivo como ejes sostenedores de las prácticas de fortalecimiento comunitario.
Al revisar estos valores en clave comunitaria, es decir, desde la óptica de las acciones que realizan las comunidades para hacerse fuerte entre todos (Montero, 2003), se reconocen esenciales para la cohesión, la construcción de intereses comunes, la gestión de los recursos necesarios para el desarrollo territorial y el logro de un vivir bien entre todos. Así, planteamos un cuidado “entre” nosotros. Este no se ubica semántica y simbólicamente en la labor del encargarse de otro; es un movimiento sustentado en sus vínculos, la interdependencia y la corresponsabilidad que tejen para que pueda darse el que todos estén bien.
En Granada reconocimos que la complejidad de sus formas de relación no se logra ubicar desde el relato único de víctimas del conflicto. Sus memorias, manifiestas en los espacios compartidos, dan cuenta de formas de cooperativismo y vecindad que han persistido y que buscan ser rescatadas para crear narrativas otras de arraigo, de confianza y de recuperación comunitaria. Por ello, sostenemos que son agentes que hacen su tejido social y lo vienen construyendo, también, a razón de proteger que no les vuelvan a dañar.
Llama la atención que en sus verbalizaciones hablan del tejido y los hilos para referirse a la comunidad como el centro de la acción, pero no necesariamente ubican que ellos son los hilos; estos los ven como las relaciones que entre ellos tejen:
“Hay unos hilos invisibles que nos unen y formamos comunidades. Cada uno de nosotros somos territorio, nosotros le damos vida al territorio: lo territorializamos” (Encuentro de Saber, noviembre 2023)
El énfasis lo ubican en la pluralización del agente: ese nosotros consistente con el sentido de comunidad (Montero, 2003) que se nutre de los valores descritos y terminan viabilizando esa ética del cuidado entre todos. Así, crean maneras de resistir a formas de poder coercitivas, alienantes y utilitaristas (Ghiso, 2013).
Desde este lugar, sostenemos que la ética del cuidado tiene una relación intrínseca con el proceso de fortalecimiento comunitario que ha devenido entre los habitantes del municipio, en tanto la responsabilidad por el bienestar se desarrolla entre todos, y donde se busca evitar el daño, la apuesta por proteger y el desarrollo de autonomía. Este tipo de cuidado, lo vimos en las acciones comprometidas por reinstaurar prácticas campesinas de relacionamiento solidario y manifiestas en dos claves: los espacios del cuidado y las formas del cuidado. La Figura 4 permite ilustrar:
Con espacios del cuidado trascendemos la idea de espacio desde su materialidad física, para ubicarlo desde la acepción de espacios sociales (Uribe-Cortez, 2023) que, sin desconocer el lugar físico del encuentro, enfatiza en las dinámicas y procesos gestados por grupos sociales donde se intercambian saberes, experiencias, valores. Así, por espacios de cuidado referimos a los intercambios de saberes, generacionales y comunitarios, que han posibilitado movilizar las formas de cuidarse; esto es: el diálogo de esos saberes y prácticas producto de las relaciones con la tierra, sus herencias ancestrales (Gómez Hernández et al., 2015) y sus costumbres que, al tensionarse, alimentan y renuevan con preguntas, conocimientos y prácticas de nuevas generaciones.
Algunas formas de cuidarse que encontramos tienen que ver con la escucha y la conversa como movilizadoras del encuentro para pensarse y llevar a cabo las acciones; también, para darle un lugar a las emociones (individuales y compartidas), hablarlas en espacios de cuidado y posible sanación. Igualmente, en sus formas de juntarse: los convites, las ollas, las asociaciones como estrategia de desarrollo colectivo. Lograron abrir caminos y hacer accesible el territorio, la movilización de recursos, el intercambio. Esas formas de autogestión que se logran en el trabajo comprometido y el reconocimiento de recursos individuales que, en la juntanza, tienen efectos de crear condiciones que hacen posible una existencia digna.
En esa línea, se han cuidado a través de recuperar, narrar, legar y apropiarse de sus memorias, de eso que les ha pasado y lo que han hecho para hacerle frente. Entre las acciones de estas últimas, están las estrategias de emprendimiento para transformar sus productos y generar condiciones para comercio justo, donde la productividad y compartir lo que se sabe, se conoce y se hace entre las veredas, sostiene y fortalece sus acciones.
Con sus formas de cuidarse, finalmente, nos fue posible entender que les han permitido favorecer el arraigo y pertenencia; remendar el lazo comunitario y recuperar formas de confianza desde la validación emocional. En este sentido, el cuidado entre todos es un principio orientador del fortalecimiento comunitario, en tanto favorece la convivencia y el desarrollo sostenible en las comunidades rurales.
Cuidado de sí
En la Hermenéutica del sujeto, Michel Foucault (2001) plantea tensión entre las nociones del “conócete a ti mismo” y la ocupación de sí. Se cuestiona cómo es posible un conocimiento propio desarraigado de la inquietud por uno mismo. En otras palabras, ¿cómo puedo conocerme si no me he interrogado? Desde ese lugar, planteamos que el camino para el cuidado de sí pasa por prácticas reflexivas y disciplinadas que permiten crear una relación con nosotros mismos basada en el autoconocimiento, la autoaceptación y el autodesarrollo (Garcés Giraldo & Giraldo Zuluaga, 2013).
Dentro de esas prácticas, reconocimos el cuidado del cuerpo, la validación emocional, la exploración de la subjetividad y el cultivo de la autonomía moral; es decir, aquellas preguntas por lo que se considera bueno y malo. Se entiende, entonces, que el cuidado de sí se ubica en un horizonte de emancipación individual que puede trascender a la imposición acrítica de normas sociales y formas coercitivas de poder (Hernández Castellanos, 2011). En esa vía, la ética del cuidado de sí, como forma crítica para hacerme cargo de mí, es política.
No obstante, no es sencillo establecer una ética del cuidado de sí. Sus dificultades suelen estar cimentadas en concepciones tradicionales del cuidado, que lo relegan a una labor dirigida hacia otros o esperada de otros (García González, 2021). El cuidado se ha relacionado históricamente con roles de género específicos, siendo responsabilidad casi exclusiva de las mujeres, asociado a la división del trabajo que ha perpetuado la idea de que el cuidado de una misma sea secundario o incluso egoísta en comparación con el cuidado hacia el otro (García González, 2021; Saleg, 2014). Además, existen tensiones entre promover el bienestar comunitario y encontrar espacio para el autocuidado, ya que la priorización del primero a menudo relega las necesidades individuales a un segundo plano.
Durante el tiempo que hemos caminado, conversado y construido saberes con los habitantes del municipio, ha llamado la atención el tema del cuidado de sí, especialmente porque en comunidades rurales y campesinas víctimas del conflicto armado, una ética del cuidado de sí enfrenta desafíos y barreras adicionales, asociadas con sus condicionantes socioeconómicos, el precario acceso a servicios de salud y educación, y altos niveles de estrés y trauma psicológico producto del conflicto y la violencia.
Pese estos desafíos, el cuidado de sí como inquietud, reflexión y acción para ocuparnos de nosotros mismos, tuvo lugar en los encuentros de saber realizados por el equipo base. En estos, abordamos inquietudes por el propio lugar en mundo y el reconocimiento de las emociones; preguntas por las relaciones interpersonales y el cómo nos estamos tratando, y el cuerpo fue nombrado primer territorio de cuidado. Desde allí emergieron dos tipos de prácticas del cuidado de sí: unas para estar consigo mismo y otras estar con otros.
Las claves encontradas las clasificamos en dos vías: el Cuidado de sí como espacio para sí mismo y el Cuidado de sí como espacio para estar con otros. En las primeras, se ubican los tiempos para reconocer(se): lo que se piensa, lo que se siente y cómo se actúa y los actos del cuidado corporal. Para las segundas, está eso de sentirse escuchados y escuchar a otros, el intercambiar ideas y saberes, y como un lugar para sosegar angustias, tristezas y compartir alegrías.
La apertura de estos espacios y las prácticas que circulan tienen consonancia con el trabajo de Irene Comins Mingol (2008) quien refiere que la construcción de cultura de paz y ciudadanías participativas, de su parte, y el fortalecimiento comunitario, de la nuestra, se sostienen en los valores de la ética del cuidado. Para ello, es imperioso superar la tradicional perspectiva del cuidado como labor naturalizada al género y visibilizar la necesidad de espacios donde se den nuevas prácticas que concilien los cuidados; es decir, donde sea posible preocuparse por el bienestar de otros, de la naturaleza y el propio, en igualdad de condiciones, y seamos cuidadoras y receptoras de los cuidados.
Conclusiones
El fortalecimiento comunitario es un proceso en devenir que reconoce a los agentes —el quiénes—, sus acciones y una postura ética orientada al cuidado de sí, entre nosotros y del territorio. Frente a las acciones de daño vividas, emergió una ética de cuidarse entre todos como estrategia de resistencia ante ese daño histórico. Así, pensamos el fortalecimiento como un producto que integra el quién, el cómo, el cuándo y el para qué del cuidado. De ese modo, surge la invitación a repensar los conceptos teóricos que han definido el fortalecimiento comunitario, y a partir de los que se sustenta la intervención comunitaria.
Valores como la cooperación, la solidaridad, el respeto, el apoyo subyacen en las acciones y los agentes que se han hecho fuertes entre todos. En el caso particular de Granada, estos valores “remiendan” el tejido social en la búsqueda por recuperar la confianza y la autonomía.
Recomendamos desarrollar ejercicios de investigación aplicada, interdisciplinaria, intergeneracional, intercultural y comunitaria que amplíen la noción de fortalecimiento y su relación con las prácticas del cuidado, como una apuesta por repensar los procesos psicosociales orientados a retejer y remendar lo comunitario en territorios afectados por el conflicto armado. En esta apuesta es prioridad reconocer la ética del cuidado como una dimensión subjetiva y moral necesaria para la agenda pública.
Referencias
Agnew, J., & Oslender, U. (2010). Territorialidades superpuestas, soberanía en disputa: lecciones empíricas desde América Latina. Tabula Rasa, (13), 191-213. https://doi.org/10.25058/20112742.409
Arendt, H. (2012). La condición humana. Editorial Planeta
Asprilla Pinilla, M., Cataño Pulgarín, S., & Jiménez Ortiz, E. (2024). Memoriando tejidos: reflexiones y tensiones en procesos de construcción de saberes situados en Granada, Antioquia. Inclusión y Desarrollo, 11(3), 115-129. http://doi.org/10.26620/uniminuto.inclusion.11.3.2024.115-129
Balasch Domínguez, M., & Montenegro Martínez, M. (2007). Conceptos y teorías sobre los problemas sociales. En M. Montenegro Martínez (Coord.), Psicología social de los problemas sociales (pp. 37-85). Biblioteca Nueva.
Bozzano, H., Canevari, T., Etchegoyen, G., Marin, G., Mateo, G., Bourgeois, M., Rodríguez Tarducci, R., Aramburu, I. K., Fonseca, J., Vetere, P., Campuzano Castro, F., & Babbini, I. (2020). Fortalecimiento de Redes de Autocuidado mediante Investigación-Acción-Participativa en Barrios Populares Argentinos durante la Pandemia por COVID-19: El caso de Puente de Fierro, La Plata. Innovación y Desarrollo Tecnológico y Social, 2(2), 252-305. https://doi.org/10.24215/26838559e025
Calderón, J., & López Cardona, D. (s.f.). Orlando Fals Borda y la investigación acción participativa: aportes en el proceso de formación para la transformación. En P. Imen, P. Frisch, & N. Stoppani (Eds.), I Encuentro hacia una Pedagogía Emancipatoria en Nuestra América (pp. 1–12). Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. https://pedagogiaemancipatoria.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/04/pedagogc3adas-eman-lc3b3pez-cardona-y-calderc3b3n.pdf
Cataño-Pulgarín, S. V., Giraldo-Tangarife, C. M., & Jiménez-Ortiz, E. A. (2024). Hacerse el lugar. Lideresas comunitarias en contextos del conflicto armado colombiano. PROSPECTIVA. Revista de Trabajo Social e Intervención Social, (37), Artículo e20913029. https://doi.org/10.25100/prts.v0i37.13029
Cataño Pulgarín, S. V., Jiménez Ortiz, E. A., & López Orrego, M. (2023, julio-diciembre). La trayectoria de quienes quedan. Narrativa y desaparición forzada en Colombia. Textos y Contextos, 1(27), 1-20. https://doi.org/10.29166/tyc.v1i28.4322
Clark, E. M., Baidoobonso, S., Phillips, K. A. M., Noonan, L. L., Bakker, J., Burnett, T., Stoby, K., & Dobbins, M. (2024). Mobilizing community-driven health promotion through community granting programs: a rapid systematic review [Movilización de la promoción de la salud impulsada por la comunidad a través de programas de subvenciones comunitarias: una revisión sistemática rápida]. BMC Public Health, 24(932), 1-36. https://doi.org/10.1186/s12889-024-18443-8
Centro Nacional de Memoria Histórica. (2016). Granada: Guerra, resistencia y reconstrucción. https://centrodememoriahistorica.gov.co/wp-content/uploads/2020/01/granada-guerra-resistencia-reconstruccion.pdf
Cicognani, E., Albanesi, C., Valletta, L., & Prati G. (2019). Quality of collaboration within health promotion partnerships: Impact on sense of community, empowerment, and perceived projects' outcomes [Calidad de la colaboración en las alianzas de promoción de la salud: impacto en el sentido de comunidad, el empoderamiento y los resultados percibidos de los proyectos]. Journal of Community Psycholy, 48(2), 323-336. https://doi.org/10.1002/jcop.22254
Coba, L., Torres Soya, C., & Vargas Cedeño, P. V. (2023). El cine como método: memorias, autoinvestigación y diálogos intergeneracionales en la Amazonía ecuatoriana. INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador, 1(1), 1-14. https://doi.org/10.5281/zenodo.10149712
Comins Mingol, I. (2008). La ética del cuidado y la construcción de la paz. Icaria.
De Carvalho, J. J., & Flórez Flórez, J. (2014). Encuentro de saberes: proyecto para decolonizar el conocimiento universitario eurocéntrico. Nómadas (Col), (41), 131-147. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105133774009
Díaz Sánchez, E. (2022). Tejiendo saberes interdisciplinarios: un espacio pedagógico para el aprendizaje de la escuela en el contexto biocultural de Colombia. Colegio Técnico José Félix Restrepo. https://www.redacademica.edu.co/sites/default/files/2022-07/Informe%20Tejiendo%20saberes.pdf
Durán Palacio, N. M. (2015). La ética del cuidado: una voz diferente. Revista Fundación Universitaria Luis Amigó, 2(1), 12-21. https://doi.org/10.21501/23823410.1476
Echeverría, M. C., & Rincón, A. (2000). Ciudad de territorialidades. Polémicas de Medellín. Centro de Estudios del Hábitat Popular Cehap - Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.
Essomba Gelabert, M. A., Tarrés Vallespí, A., & Argelagués Besson, M. (2023). La investigación-acción comunitaria. Nuevas necesidades sociales, nuevos enfoques epistemológicos desde la complejidad. Perfiles Educativos, 45(180), 158-174. https://doi.org/10.22201/iisue.24486167e.2023.180.60918
Fernández, A., & Serra, L. (2020). Vida comunitaria para todas: salud mental, participación y autonomía. Informe SESPAS 2020. Gaceta sanitaria, 34, 34-38. https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2020.08.001
Flick, U. (2015). El diseño de la investigación cualitativa. Ediciones Morata.
Foucault, M. (2001). La hermenéutica del sujeto: Curso en el Collège de France: 1981-1982 (7 reimpresión, H. Pons, Trad). Fondo de Cultura Económica de Argentina.
Galeano, M. E. (2012). Estrategia de investigación social cualitativa. El giro en la mirada. La Carreta Editores.
Garcés Giraldo, L. F., & Giraldo Zuluaga, C. (2013). El cuidado de sí y de los otros en Foucault, principio orientador para la construcción de una bioética del cuidado. Discusiones filosóficas, 14(22), 187-201. https://revistasojs.ucaldas.edu.co/index.php/discusionesfilosoficas/article/view/729
García García, S., Sanz Abad, J., & Ugena-Sancho, S. (2021). Discursos y prácticas en experiencias de cuidado comunitario. Una perspectiva moral entre cuidados gaseosos, líquidos y sólidos. Revista Española de Sociología, 30(2), a28. https://doi.org/10.22325/fes/res.2021.28
García González, L. M. (2021) CUIdadanía, una posibilidad de reconstruir el cuidado como un acto político [Tesis Doctoral, Universidad Nacional de Colombia]. Repositorio digital institucional. https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/81520/1036650372.2022.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Ghiso, A. M. (2013). La era de los profesionales inhabilitados. Sobre la incapacidad profesional de pensar, emocionar, expresar y hacer desde una opción emancipadora. Revista Redpensar, 2(2), 1-11. https://www.educaciondeadultosprocesosformativos.cl/index.php/revistas/revista-n-1/8-la-era-de-los-profesionales-inhabilitado-sobre-la-incapacidad-profesional-de-pensar-emocionar-expresar-y-hacer-desde-una-opcion-emancipadora-a-partir-de-una-re-lectura-de-ivan-illich
Giraldo Luque, S., Machuca Téllez, A., & Tafur Villareal, A. (Eds.). (2022). Una teoría sobre el papel de las mujeres víctimas - supervivientes en la paz para Colombia. Corporación Unificada Nacional. https://repositorio.cun.edu.co/bitstream/handle/cun/4739/Libro%20-%20Mujeres%20Victimas.pdf?sequence=1
Gómez Hernández, E., Vásquez Arenas, G., Betancur Arias, V., Martínez Giraldo, D., Ocampo Bedoya, M., Uribe Cardona, E. P., Soto López, M., Ramírez Henao, M., Leyes, E. J., Karupia, W., Lectamo, J.N., Medina, B., Atehortúa, O., Valdés, D., Arcos, A. (2015). Diálogo de saberes e interculturalidad. Pulso & Letra Editores.
Haesbaert, R. (2011). El mito de la desterritorialización: del "fin de los territorios" a la multiterritorialidad. Siglo XXI editores.
Hermitte, E. (2018). La observación por medio de la participación. En R. Guber (Coord.), Trabajo de campo en América Latina. Experiencias antropológicas regionales en etnografía (pp. 92-111). SB.
Hernández Castellanos, D. (2011). Ética: el cuidado de la libertad como resistencia. En-claves del pensamiento, 5(9), 204-208. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-879X2011000100013&lng=es&tlng=es
Hurtado, L. M., & Porto-Gonçalves, C. W. (2022). Resistir y Re-Existir. GEOgraphia, 24(53). https://doi.org/10.22409/GEOgraphia2022.v24i53.a54550
Jiménez Ortiz, E. A., Cataño Pulgarín, S. V., & López Orrego, M. (2023, enero-junio). Favorecedores y limitantes en procesos de entrega de saberes para la continuidad de memorias territoriales: una experiencia desde las mujeres rurales en Granada, Antioquia. El Ágora USB, 23(1), 63-82. https://doi.org/10.21500/16578031.6316
Kearns, A., & Whitley, E. (2020). Are housing and neighbourhood empowerment beneficial for mental health and wellbeing? Evidence from disadvantaged communities experiencing regeneration [¿Son la vivienda y el empoderamiento vecinal beneficiosos para la salud mental y el bienestar? Evidencia de comunidades desfavorecidas que experimentan regeneración]. SSM - Population Health, 12(100645). https://doi.org/10.1016/j.ssmph.2020.100645
Lansing, A. E., Romero, N. J., Siantz, E., Silva, E., Center, K., Casteel, D., & Gilmer, T., (2023). Building trust: Leadership refections on community empowerment and engagement in a large urban initiative [Generando confianza: Reflexiones de liderazgo sobre el empoderamiento y la participación de la comunidad en una gran iniciativa urbana]. BMC Public Health 23(1252), 1-25. https://doi.org/10.1186/s12889-023-15860-z
León, A. S., & Strickland, R. D. (2024). Investigar desde lo propio: una propuesta para la educación superior intercultural. Sinéctica, (62), 1-21. https://doi.org/10.31391/s2007-7033(2024)0062-019
Merçon, J. (2022). Investigación transdisciplinaria e investigación-acción participativa en clave decolonial. Utopía y Praxis Latinoamericana, 27(2), 52-67. https://doi.org/10.5281/zenodo.6614174
Montero, M. (2003). Teoría y práctica de la psicología comunitaria. Paidós.
Montero, M. (2004). Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos. Paidós.
Olmos Roa, A., Moreira Leitâo, R., Batista de Macêdo, M., & Carrillo Avelar, A. (2020). Narrativa y alteridad en educación. Caminos posibles de encuentro y reconocimiento. Voces y Silencios: Revista Latinoamericana de Educación, 11(2), 30-48. http://dx.doi.org/10.18175/VyS11.2.2020.2
Ortiz Ocaña, A., & Arias López, M. (2019). Hacer decolonial: desobedecer la metodología de la investigación. Hallazgos 16(31), 147-166. https://doi.org/10.15332/s1794-3841.2019.0031.06
Osborne, C., Mayo, L., & Bussey, M. (2021). New frontiers in local government community engagement: Towards transformative place-based futures [Nuevas fronteras en la participación comunitaria de los gobiernos locales: Hacia futuros transformadores basados en el lugar]. Futures, 131(102768). https://doi.org/10.1016/j.futures.2021.102768
Ostrom, E. (2000). El gobierno de los bienes comunes: la evolución de las instituciones de acción colectiva. Fondo de Cultura Económica. https://base.socioeco.org/docs/el_gobierno_de_los_bienes_comunes.pdf
Pineda, J. A. (2024). El giro conceptual y la ética del cuidado. En K. Battyány, J. A. Pineda, & V. Perrota (Comps.), La sociedad del cuidado y políticas de la vida (pp. 37-62). CLACSO.
Ramírez Sarmiento, D. M. (2021). Hacia una participación ciudadana transformadora en Colombia. Análisis de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Estudios Políticos, (61), 73-96. https://doi.org/10.17533/udea.espo.n61a04
Raphael, C., & Matsuoka, M. (2023). Aligning community-engaged research methods with diverse community organizing approaches [Alineación de los métodos de investigación con participación comunitaria con diversos enfoques de organización comunitaria]. Social Sciences, 12(6), 1-25. https://doi.org/10.3390/socsci12060343
Restrepo Pineda, J. E., Aguirre Ocampo, D. A., & Hurtado Roldan, A. A. (2024, septiembre-diciembre). Intervención psicosocial en contextos de emergencia durante los años 2020-2021 para personas que viven con VIH/SIDA en Colombia. Revista Virtual Universidad Católica Del Norte, (73), 274-307. https://doi.org/10.35575/rvucn.n73a10
Rozas Ossandón, G. (2018). Decolonialidad, desde la psicología social comunitaria. Talleres de Gráfica LOM.
Ruiz, G. (2014). Perder el lugar: Un caso de estudio del desplazamiento en Colombia. European Review of Latin American and Caribbean Studies, (96), 55-74. http://doi.org/10.18352/erlacs.9467
Saade Granados, M. (2020). Conceptualización del campesinado en Colombia: Documento técnico para su definición, caracterización y medición. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. https://www.icanh.gov.co/divulgacion_publicaciones/novedades_editoriales/conceptualizaciOn_campesinado_21147
Saleg, E. (2014). Cuidado de sí, cuidado del otro. In XI Congreso Argentino de Antropología Social. Rosario, Argentina. https://cdsa.aacademica.org/000-081/780.pdf
Soriano Ruiz, L. (2024). El rol de las mujeres y sus organizaciones como constructoras de paz y como defensoras de derechos humanos a través de iniciativas estéticas, artísticas y vivenciales en Colombia. Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política, (43), 43-69. https://doi.org/10.20318/universitas.2024.8273
Sosa, M. (2012). ¿Cómo entender el territorio? Editorial Cara Parens.
Spezia, N., De Rosis, S., & Nuti, S. (2024). Sense of Community in the context of disease prevention and health promotion: A scoping review of the literature [Sentido de comunidad en el contexto de la prevención de enfermedades y la promoción de la salud: una revisión exploratoria de la literatura]. BMC Public Health 24(3090), Article 3090. https://doi.org/10.1186/s12889-024-20515-8
Strauss, A. L. & Corbin, J. (2002). Bases de la investigación cualitativa: técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría fundada. Editorial Universidad de Antioquia.
Thorne, B. (2022). The art of plurality: participation, voice, and plural memories of community peace [El arte de la pluralidad: participación, voz y memorias plurales de paz comunitaria]. Conflict Security and Development, 22(5), 567-588. https://doi.org/10.1080/14678802.2022.2138697v
Torres Carrillo, A. (2009, julio-diciembre). Acción colectiva y subjetividad: Un balance desde los estudios sociales. Folios, (30), 51-74. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-48702009000200004&lng=en&tlng=es
Torres Carrillo, A. (2017). El retorno a la comunidad: problemas, debates y desafíos de vivir juntos. Editorial El Búho.
Tronto, J. C. (1987). Más allá de la diferencia de género: Hacia una teoría del cuidado. Signs: Journal of Women in Culture and Society, 12(4), 644-663. https://www.unsam.edu.ar/escuelas/eh/centros/cedehu/material/(13)%20Texto%20Joan%20Tronto.pdf
Uribe Cortez, J. (2023). Ensayo sobre el concepto de espacio social y atributos del concepto espacio estatal. Territorios, (49), 1-22. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11630
Vasilachis de Gialdino, I. (2019). Hacia la validez procesual en la investigación cualitativa. En I. Vasilachis de Gialdino (Coord.), Estrategias de Investigación Cualitativa (Vol. II, pp. 31-97). Gedisa.
Velásquez, L., Alvarado Mendoza, S., & Barroeta Hidalgo, V. (2021). Investigación-acción-participativa: alternativa metodológica para el estudio de las comunidades. La visión de Orlando Fals Borda. Revista Scientific, 6(21), 314-335. https://doi.org/10.29394/Scientific.issn.2542-2987.2021.6.21.17.314-335
Zambrano Constanzo, A., Henríquez Fernández, D., & Saldías Alarcón, A. (2021). Evaluación participativa de la dinámica psicosocial comunitaria desde la perspectiva del fortalecimiento comunitario. Psicoperspectivas, 20(2), 5-17. https://doi.org/10.5027/psicoperspectivas-Vol20-Issue2-fulltext-2210
Zhu, X., Li, Q., & Liang, Y. (2022). Evolution and Enlightenment of Community Health Building in Taiwan, China [Evolución y desarrollo de la salud comunitaria en Taiwán, China]. In Proceedings of The 7th International Conference on Contemporary Education, Social Sciences and Humanities (Philosophy of Being Human as the Core of Interdisciplinary Research) (ICCESSH 2022) (pp. 127-139). https://www.atlantis-press.com/proceedings/iccessh-22
Notas
Información adicional
redalyc-journal-id: 1942