Uno de los temas que mayor promoción y discusión ha tenido en los últimos dos lustros de la educación superior colombiana ha sido el de la Investigación Formativa, su necesidad como aprendizaje organizacional, el modo de integrarse en los planes de estudios, los modos de fomentarla en contextos no formales, más espontáneos y diferenciales como los semilleros de investigación; además de sus variantes nominales como investigación formativa y/o formación investigativa; elementos todos que denotan que sigue siendo un tema de suma importancia en nuestro medio y que no se puede tratar de soslayo, menos en los actuales avances de la globalización que nos exigen sobrevivir por las singularidades que nos destaquen en medio de los estándares que nos hacen estar más o menos al día en los comunes denominadores.

Y, en verdad, la investigación y sus resultados nos pueden aportar nuevas consistencias a lo singular de unas disciplinas, de un quehacer profesional, de una organización universitaria y de un desarrollo empresarial y comunitario en contextos más amplios. Toda esta circunstancialidad enunciada en principio, nos lleva al planteamiento de la investigación formativa como necesidad urgente.