La comunicación como vehículo de la emoción en la educación virtual

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Autora

Mary Blanca Ángel Franco *
Psicóloga
Docente Fundación Universitaria Católica del Norte
maryb@ucn.edu.co

Interventor Carlos Eduardo Román *
Investigador asistente

Resumen.

La relación pedagógica, de la cual hacen parte el docente y el alumno, implica necesariamente la movilización afectiva, posibilitándose o inhibiéndose el proceso de aprendizaje. De ahí que con todos los avances en materia de renovación pedagógica, se haga evidente la necesidad de desarrollar una educación integral.

Lo anterior implica ocuparse no sólo de los aspectos curriculares; sino también de la formación del ser, asunto que puede hacerse muy evidente en la modalidad educativa presencial donde los integrantes de la comunidad académica tienen un contacto directo, cara a cara, facilitándose con ello el despliegue de las interacciones sociales, la manifestación de la afectividad, el desarrollo de la inteligencia emocional, entre otros aspectos que darían cuenta de ese más allá de la intelectualidad.

Sin embargo, el interrogante surge cuando nos enfrentamos con la educación virtual, donde son las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) las que median en las relaciones generadas entre los diferentes actores. Este es el tema del presente artículo.

Palabras y expresiones clave
Afectividad, competencias, comunicación, educación virtual, inteligencia emocional, interacción social, interactividad.

Aunque la afectividad y más específicamente las emociones se trabajaron a partir de la mitad del siglo XX, bajo los postulados de Allport, Maslow y Rogers, es en la década de los noventa donde la temática toma toda su fuerza, mediante el desarrollo del concepto de Inteligencia Emocional, el cual ha sido profundizado por diferentes autores, de los cuales se precisarán algunos elementos a continuación.

    • Inicialmente está la propuesta de Mayer, Salovey y Caruso, donde se señala que “La inteligencia emocional incluye la habilidad de percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”. 1 En este sentido, proponen un modelo con 4 ramas que van interrelacionadas, así: percepción emocional, integración emocional, comprensión emocional y regulación emocional.
    • Como aporte importante también se da el trabajo de Garder, quien plantea el concepto de las Inteligencias Múltiples, precisando que existen en el ser humano siete tipos de inteligencias, así: cinético-corporal, lógico-matemática, lingüística, espacial, interpersonal e intrapersonal; siendo estas dos últimas las que tienen relación directa con la inteligencia emocional.
    • El trabajo de Goleman recoge elementos desarrollados por Salovey y Mayer, así mismo, realiza aportes adicionales a los planteamientos de Garder.Para él, la inteligencia emocional implica también diferentes aspectos, dentro de los cuales están: conocer las propias emociones, manejar las emociones, motivarse a sí mismo, reconocer las emociones de los demás y establecer relaciones.

 

Nota al Pie
La autora pertenece al Grupo de investigación: Cibereducación. Fundación Universitaria Católica Del Norte, clasificado en la Categoría B de Colciencias. Investigador: Eucario Parra Castrillón. Asesor-evaluador ocasional: Alfonso Guarín Salazar. Co-investigadora: Mary Blanca Ángel Franco. Investigadora auxiliar: Eliana Patricia Londoño.

Nota al Pie
Interventor
Carlos Eduardo Román
Sociólogo. Investigador Asistente del Sistema de Investigación de la Fundación Universitaria Católica del Norte, (FUCN). El autor es integrante del Grupo Cibereducación del área de Ciencias Humanas-Educación, reconocido y clasificado por Colciencias en la categoría B.

Nota al Pie
ALZINA BISQUERA, Rafael. La Educación Emocional: Estrategias para el Desarrollo de Competencias Emocionales, En: Letras del Deusto, Volumen 32, (abril-junio 2002). No. 95 p. 53.