AGREGAR CADA DÍA MÁS VALORES A LO HUMANO


Autor

Alexánder Sánchez Upegui

Editor

Contacto: asanchezu@ucn.edu.co

Muchos pensadores sostienen que las sociedades actuales no tienen más aspiración que la de un lamentable confort que ha traído consigo una pérdida de significado, pues poco a poco se ha ido convertido al mundo en una inmensa jaula de hierro y en una fábrica de deseos donde cada vez hay menos sitio para las utopías, los sentidos de vida, lo verdaderamente sagrado y lo poético.

No en vano hay una inconformidad generalizada que ha llevado a muchos individuos a adoptar formas de pensamiento propias de la Edad Media, cuando las supersticiones, el miedo y la ignorancia eran bien comunes. Es así como en la actualidad se recurre a toda suerte de prácticas esotéricas en búsqueda de unas mejores condiciones para vivir.

Pero en realidad las sectas, las pitonisas y los agoreros que leen cartas, horóscopos por computador, que venden ángeles, pirámides, cristales, oraciones oscuras y sahumerios no tienen ninguna respuesta cierta a los problemas del hombre contemporáneo. Más bien ellos son el resultado de la crisis de las religiones, sistemas sociales y económicos.

La actual civilización vive demasiados problemas: hoy por hoy las personas son miradas como simples recursos, la educación en todos sus niveles como un negocio y los avances de la ciencia como una práctica rentable cuyos beneficios están reservados a unos cuantos.

No obstante lo anterior, el ser humano, artífice de la degradación de sí mismo y de su entorno, puede ser también el artesano de la reconciliación si dota de un sentido pleno a la educación, la ciencia y el arte, tal y como lo sugieren y expresan varios de los autores en esta edición 13 de la Revista.

En los actuales tiempos hay muchas personas que todavía mantienen un contacto íntimo con el universo, vínculo que la sociedad aún no ha logrado cercenar, y gracias al cual aún es posible que a través de la palabra puedan verse presencias dignas e importantes en los otros.

Sin embargo, la crisis actual es de profundidad y no de superficie, pues una sociedad que causa insatisfacción en la mayoría de sus integrantes es una sociedad incompleta. Pues, ¿de qué manera puede concebirse que con tanto conocimiento acumulado el mundo sea a cada instante más invivible para una gran cantidad de personas? Tal vez el problema reside en que se ha intentado conquistar y utilizar, pero no comprender. Y sólo puede comprenderse aquello de lo cual se es capaz de formar parte.

En efecto, quien sólo tenga una comprensión fría y externa del mundo como algo aleatorio en la vastedad del universo, en realidad no ha entendido nada. Dice el poeta William Ospina que el cosmos se dirige hacia algo. Y en este tránsito o búsqueda el ser humano es parte fundamental ya que se constituye en los ojos y en la conciencia de la naturaleza.

De tal suerte, uno de los cometidos más importantes de la universidad en cuanto institución social por excelencia (cualquiera sea su orientación y naturaleza) consiste en impulsar el proceso de humanización ascendente, que no es otra cosa que fortalecer y agregar cada día más valores a lo humano, como por ejemplo la trascendencia, el asombro, el compromiso y la exploración de las realidades a través de la ciencia y la palabra. Y así lo han entendido nuestros colaboradores, quienes nos ofrecen en este número -muchos de ellos por primera vez de una forma pública- sus hallazgos, sus búsquedas o aquello que han comprendido o intentan comprender.