EDUCACIÓN, CLAVE PARA UN CAMBIO DE RUMBO


 

Autor

Alexánder Sánchez Upegui

Editor.

Contacto: asanchezu@ucn.edu.co

 

Para muchos, el siglo XX fue el más corto en la historia de la humanidad: pues comenzó en 1914 con la primera guerra mundial y finalizó en 1989 con la caída del muro de Berlín; esto, debido a que los cambios de época no suceden con el devenir del calendario, sino con algunos eventos de honda significación.

Desde esta perspectiva, cabe preguntarse cuándo comenzará realmente el siglo XXI, el cual debe caracterizarse por un nuevo orden mundial que preserve a los pueblos de la guerra y fomente el rescate del valor de la persona y de las personas en términos humanistas y no económicos.

¿Cuándo comenzará realmente el siglo XXI? Quizás comenzó, no con el envío del primer correo electrónico hace más de cinco lustros, sino en los años 60 cuando la utopía de los jóvenes de aquel entonces comprendía elementos como el movimiento antiguerra, la lucha por los derechos civiles, la formulación de una educación más democrática y una sociedad global sin modelos hegemónicos. Esta utopía es un legado que las generaciones de hoy deben retomar para garantizar un cambio de rumbo en las sociedades actuales.

Hoy, la humanidad parece estar convencida de que se halla en la línea divisoria de dos grandes eras, y no resiste la curiosidad de atisbar lo que hay más allá del umbral, porque presiente que la nueva época será la epifanía del ser humano y constituirá el gran salto hacia una sociedad caracterizada por la calidad de vida.

En la antigüedad, los oráculos, la ruta de los astros, las brujas, sibilas y augures eran presencias a las que se recurría para conocer el futuro; incluso, se pretendía adivinar ese tiempo inaprensible en las entrañas de los animales muertos.

Hoy se sabe, gracias a la mirada sobre el pasado, que el porvenir es de alguna manera la prolongación del presente y el poder creador del ser humano reside en la prospectiva, la cual consiste en la identificación de un futuro deseable, distinto del designio y que depende únicamente del conocimiento de las acciones que las personas desean emprender.

En suma, se trata de soñar un tiempo mejor en el cual se viva un código básico de coexistencia, se despierte un nuevo sentido de responsabilidad por el mundo y se adopte el respeto por lo que nos trasciende, aunque se trate de un orden moral diferente al nuestro.

Precisamente, para identificar un futuro deseable y dar el salto definitivo hacia una nueva época habría que pensar y adelantar las acciones pertinentes para un cambio el rumbo en lo social, lo político y, sobre todo, lo educativo. Al respecto, bien vale la pena reflexionar sobre lo que la periodista e historiadora Diana Uribe y el académico Vladimir Zapata dicen acerca de la educación, especialmente en el ámbito universitario, en cuanto prospectiva de mejores tiempos:

"Yo creo que la universidad tiene el mayor papel que jugar ahora, y parte de la conciencia de que la educación es la única que nos salva. Todas las sociedades que han logrado salir adelante han tenido un período en la historia dedicado exclusiva y fundamentalmente a la educación. Ese es una aspecto clave", D.U.

"La universidad debe renunciar a un horizonte que es el de la profesionalización como primera y única responsabilidad, y debe incorporar una nueva orientación en clave humanista. La universidad, con otras instancias de la vida social como la familia, la escuela y el bachillerato, debe apuntar a formar personas íntegras, ciudadanos cabales, inteligentes; y, finalmente, profesionales", V.Z.


Estas dos visiones nos indican que la universidad en cuanto institución social por excelencia tiene que entrar a responder a dos necesidades fundamentales de cara al cambio de rumbo que tanto se precisa en Colombia. Primero: desarrollar el conocimiento, ampliando cada vez más las fronteras del saber. Segundo: hacer que este conocimiento tecnocientífico vaya la par con la formación de una persona integral que tenga una visión completa de su existencia, que realice su vida en armonía con le entorno social y natural. Esta es una tarea de la universidad, tarea de generar valores y proponer valores que hagan digno al ser humano contemporáneo.