La Tarea del Maestro desde la Virtualidad


 

Autor

Mag. Consuelo de Jesús Pérez Patiño

Docente FUCN.

Contacto: coperez@ucn.edu.co

Tus verdaderos educadores, tus verdaderos formadores te revelan lo que es la verdadera esencia, el verdadero núcleo de tu ser, algo que no puede obtenerse ni por educación ni por disciplina, algo que es, en todo caso, de un acceso difícil, disimulado y paralizado. Tus educadores no podrían ser otra cosa para ti que tus liberadores, Nietzsche.

Resumen.

La tarea docente en la educación superior esta experimentando una verdadera revolución, pues los procesos de enseñanza y de aprendizaje, que por siglos estuvieron centrados exclusivamente en la cátedra expositiva desde el aula, hoy exigen un trabajo interdisciplinario y transdisciplinario para cultivar el conocimiento, la investigación y el crecimiento en el saber, pero no solo desde el aula con esquemas rígidos, sino desde el nuevo mundo informático donde el aprendizaje virtual se convierte en una necesidad básica de estudiantes y maestros, en cualquier nivel de escolaridad y lugar del mundo.

Con el aprendizaje virtual el maestro interactúa con los estudiantes desde el desarrollo humano y el conocimiento. Por esta razón la labor docente virtual requiere una mirada desde los siguientes aspectos: el docente como formador, la pasión por su oficio, las interrelaciones con los estudiantes y el compromiso con el saber, porque desde las interacciones dadas en los ámbitos universitarios el hombre se hace humano.


PALABRAS CLAVE

Universidad, Formación, Ser, Hacer, Saber, Maestro, Estudiante, Conocimientos, Interacciones, Investigación, Tecnología y Virtualidad.


FORMACIÓN Y VIRTUALIDAD

Las nuevas tecnologías son el gran reto para cambiar de paradigma en el sistema educativo, incorporando el computador en los procesos de enseñanza y de aprendizaje como objeto de estudio, como medio educativo y como extensión de la mente humana. El uso del ordenador no debe consistir simplemente en instrucción a los alumnos para responder a las preguntas del maestro, debe ser empleado para fines o propósitos reales y personales del alumno, que contribuyan a desarrollar la capacidad de pensar, hacer y ser, interactuando y creando con los otros desde la humanización de las nuevas tecnologías.

No obstante, uno de los aspectos que afectan significativamente el proceso educativo en los últimos años ha sido el desarrollo tecnológico de la humanidad. No se ha prestado atención a la formación tecnológica de los maestros, esto hace que el docente sienta temor frente a los cambios informáticos educativos. El uso de los computadores en la educación no es tanto un problema tecnológico o económico, sino, fundamentalmente, el cambio a una nueva mentalidad educativa del maestro. La formación del docente en el manejo de las nuevas tecnologías implica un proceso de innovación y creatividad que permita cambios pedagógicos en las áreas del saber dentro y fuera de las aulas de clase.

El pedagogo no se limita a brindar simple información ya planificada, ni el estudiante es un pasivo receptor. En esta interacción ocurre lo contrario, ambos sujetos aprenden al mismo tiempo: el maestro enseña y aprende de sus alumnos en una relación de intercambio virtual constante, donde quien no se comunica no existe, en otras palabras, es una interacción dual, caracterizada coma la relación cara a cara, donde el otro es alguien, es tú, y en esa interacción Tú y Yo no hay esquemas, distancias.

De esta forma, las relaciones y las acciones del maestro virtual no están simplemente relacionadas con la vida del estudiante, sino que están entrelazadas, buscando el reconocimiento y la comprensión de lo oculto a partir de lo explícito, así la acción pedagógica virtual es entendida no como simple instrucción-información-adoctrinamiento, la acción pedagógica virtual es una interacción bidireccional.

Por ello, el oficio del docente virtual desde el ámbito universitario no es un cúmulo de actividades sin sentido o con fines lucrativos, sino una acción que genera al otro hacerse humano en un mundo cambiante, empleando el conocimiento como pretexto. Desde este punto de vista el docente virtual como formador es ante todo ejemplo de vida desde su ser como persona, la pasión por su oficio, las interacciones con el estudiante y el compromiso para cultivar el saber y la investigación.

EJEMPLO COMO PERSONA

El docente antes de ubicarse en su oficio de Maestro, primero qeu todo es una persona con unas características propias que determinan su ser, con cualidades que lo llevan a ser reconocido como individuo más allá de su profesión; simplemente es un hombre pensante, un ser en permanente y continua tarea "por hacer algo para sí mismo y de sí mismo"1 , y con capacidad para crear u organizar su propio mundo, y que está siempre insatisfecho y deseoso de conocer más.

El maestro debe ser modelo de hábitos y disciplina para sí y para sus estudiantes, porque al lado del conocimiento se reciben las actitudes de las personas. Por esta razón un buen maestro universitario obra con rectitud, apunta a reconocer la sinceridad, la transparencia en el proceso de formación, y esto se refleja en los testimonios de su vida personal cuando trata a los estudiantes con bondad y justicia, dando a cada uno lo que le sea reconocido como suyo.

El docente virtual como ser en transformación es sensible al tratar de interpretar y entender al otro en sus necesidades. Un ser sensible como maestro es aquel que en la dinámica de sus interacciones como persona y maestro se ha dejado afectar por el otro, que es el estudiante, con sus necesidades, circunstancias, angustias, expectativas y retos, llegando a actuar en favor del otro, sin discriminación alguna. Es ante todo un ser con calidad humana.

En ese sentido, el ejemplo del maestro como persona es radical en la educabilidad de estudiantes, pues cuando el docente se dispone a formar al otro debe hacerlo con la convicción de que la docencia virtual es más, es mostrarse como persona humana que nunca está terminada.

1 CAMPO V, Rafael y RESTREPO J, Mariluz. Formas en educación. Bogotá: Javegraf, 1999. 31 p.

Para ello necesita reconocer que todos los seres humanos tienen dignidad y que ella es fundamental para la sana convivencia. El respeto, la sinceridad, la amistad, el espíritu de servicio, la paciencia, la prudencia, el optimismo, la disciplina, la autoestima y la tolerancia constituyen un modelo de persona como profesional de la educación.

El profesor virtual necesita imponerse grandes retos desde su ser como persona, pues debe buscar siempre la rectitud y el bien obrar, con el fin de entender los actos y los sentimientos de los demás. La sabiduría se demuestra por medio de la paciencia y la tolerancia para comprender la condición de otros seres humanos, siempre imperfectos.

PASIÓN POR SU OFICIO

Es el maestro el mediador del mundo material e inmaterial, su tarea consiste en impregnar los procesos educativos de valor formativo por medio de las interrelaciones con los estudiantes y el conocimiento. La relación maestro- alumno en el mundo universitario no juega un papel estático sino dinámico, pues existe una transmutación de funciones. El pedagogo no se limita a brindar simple información, ni el estudiante es un pasivo receptor: ambos aprenden como hombres inacabados, en una relación de intercambio constante.

Maestro es aquel que eligió su profesión por amor y está dispuesto a mostrarse para que otro aprenda; goza en su oficio y lo disfruta de tal manera que se percibe un estado de realización personal, donde la pasión y el enamoramiento por la docencia lo hacen sentir maestro mucho mas allá del aula o de las asignaturas que dicta en forma virtual.

Es el estudiante quien da sentido y reconocimiento al ser del maestro. Sin el discente no sería posible el acto pedagógico. La docencia es una profesión de afecto, de poder dar, es darle al otro lo que uno es. En la autoridad académica del docente universitario radica el grado de exigencia para con sus alumnos, porque el maestro que quiere a sus alumnos exige con amor, lealtad y preparación; es quien llega al aula con convicción, alegría y responsabilidad, marca a sus estudiantes, deja huellas a lo largo de su historia no sólo en su permanencia dentro de la universidad, sino a lo largo de su existencia como ser trascendental.

De tal manera,
El maestro no enseña solamente una asignatura, unos contenidos o unos programas: él enseña una concepción de determinada disciplina o ciencia, una forma de mirarla. Pero más aún, se enseña él mismo, se expone al escrutinio de sus alumnos a través de sus ademanes, gestos, movimientos y palabras. Propone lo que cree, lo que es y por esta vía, en cualquiera de los niveles, resulta haciendo la oferta de lo que hay que ser y de lo que hay que tener (hacer) en la vida2.

Esto sugiere una identidad que supera el oficio. El maestro debe olvidar lo que sabe y la pedantería, para que sus alumnos aprendan y descubran... a él le compete mostrar el camino, es la figura central a la hora de incentivar a otros en sus procesos formativos.

2 MOCKUS SIVICKAS, Antanas. Pensar la universidad. Medellín: Universidad Eafit, 1999. 203 p.

El docente universitario virtual no sólo dicta contenido, sino que profesa y muestra con una intencionalidad de guía todo su sentir de maestro. La profesión del profesor universitario se caracteriza por haber elegido ante todo el saber sobre el poder autoritario. Con el conocimiento él señala el norte y más que hablar actúa, pues ser profesor no consiste sólo en obtener un título: significa una tarea de autoformación, en la cual su oficio se promueve por la honestidad y el gusto para enseñar.

La condición de maestro exige ante todo disciplina (ascesis), puntualidad en sus compromisos y responsabilidad con el trabajo intelectual, para superar la condición de simple transmisor de un saber. El académico responsable se siente retado a cualificarse para responder con idoneidad .

INTERRELACIÓN CON EL ESTUDIANTE

La universidad es un espacio abierto a la interacción formativa. La relación profesor-alumno como núcleo de la comunidad educativa es el medio propio para la formación integral. Lo que implica que el énfasis no ha de centrarse en la transmisión de un saber, sino precisamente en las relaciones entre personas, no solamente desde la presenciabilidad, también es posible desde la virtualidad, donde por medio del encuentro dialógico ambos aprenden, desde el acompañamiento.

Estas relaciones entre el educar y el estudiante son el centro fundamental para la formación del hombre nuevo, pues toda acción del sujeto que enseña genera reacción en cada uno de los sujetos que aprenden, quienes en consecuencia generan otro tipo de acción.

El maestro desde su hacer deja huellas o enseñanzas entendidas como acciones, sucesos, ejemplos que permanecen y sirven de experiencia para la vida cotidiana, gracias a las interacciones maestro-estudiante, propia del ámbito educativo.

El maestro deja marcas en los estudiantes desde cualquier acción, intencionada o no, y puede formar tanto para lo académico como para lo personal. El alumno es influenciado por la acción del maestro, más allá de los límites del aula y tiempo de clase. El educador nunca acaba de aprender ni de enseñar, pues continuamente revisa las palabras que da y las que recibe, llegando a descubrir el verdadero sentido de lo que escucha y a profundizar lo que dice, desde el intercambio de ideas, pensamientos, modos de ver la vida, el mundo, la asignatura, donde los signos no verbales y lingüísticos sean el vehículo para la enseñanza.

De esta forma la comunicación permite en el acto educativo, la disposición y la apertura hacia el conocimiento de las diferentes ciencias, a partir el intercambio académico gestado desde el hacer del maestro en el aula y fuera de ella, como una red viva de creación y transformación de significados.

El papel del maestro universitario en las interrelaciones es el de mediador entre el estudiante y su realidad, facilitando la reinterpretación del mundo; es así como el estudiante reconoce que el mayor logro es lo que el maestro ha promovido y propiciado en él: el goce de su propio descubrimiento como proyecto de vida. Esto permite que se reconozca en el acto formativo una conquista de tipo personal. El maestro, entonces, debe buscar que el estudiante encuentre lo que es posible en él y por él mismo.

La tarea del docente universitario desde su hacer es la de orientar y acompañar al alumno en el encuentro consigo mismo y en la búsqueda y construcción de su propia realidad, promoviendo valores y actitudes frente a los otros, la vida, el crecimiento personal y un cambio de actitud hacia el estudio.

Las interrelaciones son determinantes en los procesos de formación, por ello un buen maestro virtual en su hacer no es el que sabe mucho, sino el que pone en evidencia su preocupación por la formación integral del estudiante, dejando un legado en su vida académica y personal.

COMPROMISO CON EL SABER

"La misión de la universidad dejó de ser la de expedición de títulos. Ahora le corresponde aprender a investigar y así comprometerse con la realidad nacional. Salir del aula para volver al aula, es el compromiso de una universidad que cambia; salir a la realidad y traerla como el saber que se ha de impartir en el aula"3, he ahí el cometido de la universidad de la educación del nuevo siglo.

Tanto maestro como alumno en su proceso de formación van construyendo conocimientos, siendo el papel del docente originar asombro hacia lo nuevo, motivando para la búsqueda, el descubrimiento y la interpretación de los hechos reales. Por ello un aprendizaje significado se caracteriza porque el estudiante se preocupa por mantener continuamente en nivel más alto de representación mental.

3 MURCIA FLORIAN, Jorge y TAMAYO Y TAMAYO, Mario. Investigación e interdisciplinariedad. Bogotá: Universidad Santo Tomás, 1982. 124 p.

Es así como las enseñanzas centradas en la capacidad de análisis y la lógica son la esencia para la construcción del conocimiento científico, por ello, el buen maestro universitario es quien gesta en las aulas o en forma virtual un espacio para la construcción del conocimiento, porque cada alumno tiene algo que aportar, algo que discutir y cuestionar, motivando y promoviendo el aprendizaje activo por medio de la participación, de tal suerte que todos toman parte en una misma tarea: el saber.

El docente universitario necesita hacer suya la universidad desde su compromiso por la investigación, pues ser profesor significa asumir una tarea de pasión por el conocimiento y el mundo científico, para alcanzar la cima del saber. Así lo que nutre la enseñanza universitaria es la investigación.

Desde esta perspectiva, la educación superior debe posibilitar el desarrollo de potencialidades, imaginación y procesos creativos, como también el descubrimiento de intereses y el progreso en el conocimiento; dicho proceso ha de darse en la búsqueda de nuevas alternativas para articular la teoría con la praxis, la vida con la innovación y la docencia con el saber.

Lo anterior lleva a pensar en la necesidad de una transformación de los modelos tradicionales que hasta ahora se han empleado en la educación superior. Para ver y comprender la realidad es necesario asumir maneras que nos sitúen más en el mundo de lo cotidiano, generando de esta forma una nueva cultura virtual donde los involucrados en el acto educativo universitario tengan la oportunidad de desarrollar la capacidad de riesgo, creatividad, imaginación, habilidades cognitivas, la participación, el trabajo en equipo y la proyección social como eje de la investigación.

En este sentido, la investigación constituye una valiosa estrategia que dinamiza procesos educativos, pues es una búsqueda constante de ver lo que otros no han visto, gracias a la imaginación productiva. Investigar es una posibilidad de concertar intereses y necesidades individuales y colectivas en torno a un objetivo de análisis; es un motor que genera transformación y promoción del ser humano.

En suma, la investigación brinda la oportunidad de tomar conciencia de lo cotidiano, de asumir responsablemente el compromiso con el saber, de pensar más desde lo colectivo que desde las individualidades, para argumentar, negociar, demostrar, analizar y sobre todo hacer que una institución permanezca y vibre gracias al maravilloso mundo de la investigación y la tecnología.

La investigación y la interdisciplinariedad son los ejes centrales que permiten el cambio en la educación superior como respuesta a las necesidades y problemáticas nacional, regional e institucional. Pero para ello se requieren docentes investigadores que motiven y contagien a sus alumnos hacia las innovaciones y la pasión por el conocimiento. En consecuencia, el profesor tiene un gran compromiso con el alumno, para orientarle sus experiencias académicas desde la investigación.

Ser académico implica ir más allá de la simple transmisión de conceptos. Ser un docente académico es engomarse por los currículos dinámicos, por medio de los procesos investigativos. El docente no se puede conformar con el dominio de un área específica: es menester la preparación continua de los profesores que se dedican a la docencia universitaria.


Por eso un profesor universitario tiene que dar ejemplo de compromiso con el conocimiento, pues el saber superior es lo que permite que la universidad permanezca a través de la historia. En tanto, el maestro investigador es aquel que lee y escribe desde sus interrelaciones con los estudiantes y el mundo real, un profesor universitario tiene que publicar artículos en revistas y periódicos, conformar mesas de trabajo, semilleros de investigación, trabajar en equipo, leer lo que escriben los otros, liderar proyectos que den respuesta a problemáticas institucionales, porque el conocimiento no es estático. El saber superior se comunica, se publica y se comparte.

Actualmente no se concibe un profesor universitario dedicado sólo a la tramitación de conocimiento; "se requiere un docente investigador activo, proyectado íntegramente a la investigación científica, como única actividad que justifica la vida universitaria"4.

Por consiguiente, docentes y administradores universitarios deben trabajar en equipo para crear una nueva cultura investigativa. Por ello, hoy se necesita apoyar e invertir en docentes-investigadores como razón de ser de un centro educativo.

4 POLO, Leonardo. El profesor universitario. Bogotá: Ágora, 1997. 64 p.

BIBLIOGRAFÍA

  • CAMPO V., Rafael y RESTREPO J., Mariluz. Formas en educación. Bogotá: Javegraf, 1999. 31 p.
  • MOCKUS SIVICKAS, Antanas. Pensar la universidad. Medellín: Universidad Eafit, 1999. 203 p.
  • MURCIA FLORIAN, Jorge y TAMAYO Y TAMAYO, Mario. Investigación e interdisciplinariedad. Bogotá: Universidad Santo Tomás, 1982. 124 p.
  • POLO, Leonardo. El profesor universitario. Bogotá: Ágora, 1997. 64 p.
  • VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Fernando. Oficio de maestro. Bogotá: Javegraf, 2000. 218 p.
  • ZAPATA VILLEGAS, Vladimir. Educabilidad y enseñabilidad. Medellín: Universidad de Antioquia, 2000. 250 p.
  • -----------. Formación integral. Medellín: Universidad de Antioquia, 2001. 157 p.

DATOS DE LA AUTORA
Consuelo de Jesús Pérez Patiño.

Estudios:

  • Tecnóloga Educación Preescolar.
  • Licenciada en Educación Preescolar.
  • Especialista en Administración.
  • Especialista en Informática educativa.
  • Magíster Educación Superior.

Docente UdeA y del Departamento de Antioquia.
Docente Fundación Universitaria Católica del Norte.